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lunes, 16 de septiembre de 2019

El vestido de la Malinche, la mujer más odiada de México



A primera vista parece un vestido igual al que usan muchas mujeres de comunidades indígenas de México o Centroamérica. Pero la prenda, una blusa adornada llamada huipil, esconde varios secretos.
Fue hecha hace más de 500 años con base en textiles de plumas de ave hiladas, la llamada técnica plumaria de le ápoca prehispánica que casi ha desaparecido.
De hecho, en todo el mundo sólo se conservan cinco piezas elaboradas de esta manera, y el vestido es una de ellas.
Pero lo más curioso es la identidad de quien se cree fue su propietaria: Malinalli Tenépatl, bautizada como Doña Marina por los españoles que llegaron a lo que hoy es México hace cinco siglos.
Los mexicanos le llaman La Malinche, una forma despectiva de castellanizar su nombre y que se convirtió en una palabra vinculada con la traición.
“Malinchista” en México es una persona que prefiere a los extranjeros y sus costumbres por encima de su país.
El origen de esta definición viene de 1519 cuando Malinalli fue entregada como esclava a Hernán Cortés, a quien sirvió como traductora y enlace con algunos de los pueblos originarios.
Destino inesperado
No tenemos otro igual, ni en acervos de México ni en ninguna otra parte“: Alejandro González Villarruel.
La vida de Malinalli o Malintzin, como también se le conoce, es una de las más controvertidas en la historia de México.
Durante siglos los mexicanos aprendieron que la mujer ayudó a los españoles a derrotar al pueblo azteca, que era la civilización dominante en esa época, y que permitió a España apoderarse del territorio de Mesoamérica.
Pero recientemente algunos han reivindicado el papel de La Malinche.
El historiador Luis Barjau la define como una especie de embajadora con posibilidad de decisión, y de imponer su criterio al transmitir los mensajes de los españoles.
Sus conocimientos de las lenguas maya-chontal, náhuatl y castellano permitieron a Malinalli ocupar una posición de poder inusitada para una mujer de origen indígena.



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Nada quedará de mi nombre

¿Nada quedará de mi nombre?
Poesía Náhuatl
De Flor y Canto (In Xóchitl, in Cuícatl)
Los filósofos náhuatls se preguntaban también ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?

Éste párrafo está escrito en uno de los muros del Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México:

¿He de irme como las flores que perecieron?
¿Nada quedará de mi nombre?
¿Nada de mi fama aquí en la tierra?
¡Al menos mis flores, al menos mis cantos!

Y fue tomado de esta bellísima poesía:

Aquí en la tierra es la región del momento fugaz.
¿También es así en el lugar
donde de algún modo se  vive?
¿Allá se alegra uno?
¿Hay allá amistad?
¿O solo aquí en la tierra
hemos venido a conocer nuestros rostros?

¿Acaso son verdad los hombres?
Porque si no, ya no es verdadero nuestro canto
¿Qué está por ventura en pie?
¿Qué es lo que viene a salir bien?

¿He de irme como las flores que perecieron?
¿Nada quedará de mi nombre?
¿Nada de mi fama aquí en la tierra?
¡Al menos mis flores, al menos mis cantos!

¿Qué podrá hacer mi corazón?
En vano hemos llegado,
en vano hemos brotado en la tierra.

Solo he venido a cantar.
¿Qué decís, oh amigos?
¿De que habláis aquí?

Aquí está el patio florido,
a él viene,
oh príncipes, el hacedor de cascabeles,
con llanto, viene a cantar,
en medio de la primavera.
Flores desiguales,
cantos desiguales,
en mi casa todo es padecer.

Pero, aun cuando así fuera,
si saliera verdad que sólo se sufre,
si así son las cosas en la tierra,
¿Se ha de estar siempre con miedo?
¿Habrá que estar siempre temiendo?
¿Habrá que vivir siempre llorando?

Hasta ahora lo comprende mi corazón:
Escucho un canto, contemplo una flor,
¡Ojalá no se marchite!

Monumento a la revolución

El Monumento a la Revolución es una obra arquitectónica y un mausoleo dedicado a la conmemoración de la Revolución mexicana. Es obra del arquitecto Carlos Obregón Santacilia, quien tomó la estructura de la Sala de los Pasos Perdidos del malogrado Palacio Legislativo Federal del arquitecto francés Émile Bénard para edificar el monumento, concluido en 1938. Actualmente es uno de los más reconocibles en la Ciudad de México, y forma parte de un conjunto integrado por el propio monumento, la Plaza de la República y el Museo Nacional de la Revolución. Se localiza en la Colonia Tabacalera de la alcaldía Cuauhtémoc, cerca del Centro Histórico de la Ciudad de México.


domingo, 15 de septiembre de 2019

Chilam Balam el fin de los tiempos

Toda luna, todo año, todo día, todo viento
camina y pasa también.
Toda sangre llega al lugar de su quietud,
como llega a su poder y a su trono…
Medido está el tiempo
en que miraran sobre ellos la reja de las estrellas,
de donde, velando por ellos,
los contemplaban los dioses,
los dioses que están aprisionados en las estrellas.
Entonces era bueno todo
y entonces fueron abatidos.
Había en ellos sabiduría.
No había entonces pecado,
había santa devoción en ellos.
Saludables vivían
No había entonces enfermedad,
no había dolor de huesos,
no había fiebre para ellos,
no había viruelas…
Rectamente erguido iba su cuerpo, entonces.

No fue así lo que hicieron los dzules
cuando llegaron aquí.
Ellos enseñaron el miedo,
y vinieron a marchitar las flores.
Para que su flor viviese,
dañaron y sorbieron la flor de los otros…
¡Castrar al sol!
Eso vinieron a hacer aquí los extranjeros…

miércoles, 11 de septiembre de 2019