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domingo, 17 de febrero de 2019

CONCEPTO Y FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS. UN DEBATE NECESARIO


RAMÍREZ, Gloria (Coordinadora)
Derechos Humanos”. Lecturas de Tronco Común.
Editorial UAP, México 1998. pgs 32-41


GLORIA RAMÍREZ
Como los derechos humanos y las libertades fundamentales son indivisibles, la realización de los derechos civiles y políticos, sin el goce de los derechos económicos, sociales y culturales, resulta imposible. La consecución de un progreso duradero en la aplicación de los derechos humanos depende de unas buenas y eficaces políticas nacionales e internacionales de desarrollo económico y social.
Proclamación de Teherán, 1968

La defensa de los derechos humanos, así como su promoción, nunca ha estado ausente del queha­cer de la universidad ni de sus miembros. Sin embargo, su estudio integral como sujeto de preocu­pación académica ha sido parcelario y, en ocasiones, reducido a ciertas disciplinas.
Actualmente se puede afirmar que se ha superado la visión tradicional que considera a los derechos humanos exclusivamente dentro de los ámbitos o disciplinas jurídicas o teológicas.
En los cincuenta años transcurridos desde que el 10 de diciembre de 1948 la Asamblea Gene­ral de las Naciones Unidas proclamó solemnemente la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se han producido cambios políticos, sociales, ideológicos y culturales que han incidido de manera profunda e incuestionable en lo relativo al concepto de los derechos humanos, en relación con su protección y garantía por el derecho interno e internacional y, en relación con la realidad de su vigencia y de su respeto efectivo en el mundo.
Esta evolución, sin embargo, no ha impedido la creciente violación de los mismos, en particu­lar de los sectores, grupos y pueblos excluidos del llamado proyecto de la modernidad.
Uno de los efectos de esta situación ha sido la expansión de sus contenidos y la creciente demanda de parte de la sociedad civil contra la impunidad, por su respeto y vigencia.
La preocupación académica por considerar a los derechos humanos como un objeto de estudio, de docencia y de investigación es reciente. Sin embargo, hoy, éstos se afirman desde un enfoque integral e interdisciplinario, constituyéndose en un objeto teórico específico y en un elemento esencial de la ética política de nuestras sociedades. Objeto que interpela a las instituciones de educación superior, a los grupos sociales y al Estado, así como a las relaciones entre ambos.
En este sentido la universidad ante el saber de los derechos humanos tiene la responsabilidad y el desafío de ofrecer nuevos enfoques, discurrir sobre su campo teórico-conceptual, epistemológico, analizarla manera de integrarlos al currículum y proponer las modalidades y metodologías de su promoción y de su enseñanza. Este desafío no se limita a las formas de aproximación de dicho saber, sino que comprende un análisis de cómo se construye social e históricamente.
Ante un proliferado uso y abuso de los derechos humanos es importante distinguir y compren­der la relevancia de conocerlos y ubicarlos en la historia como un producto de la misma, sujeto del debate y la disputa entre gobernantes y gobernados.
A pesar de contar con un supuesto consenso, somos testigos de discursos y actitudes que pretenden atacar los avances que la sociedad ha logrado en la promoción y defensa de los derechos humanos. En ocasiones, se manipula su esencia con fines políticos e ideológicos. Así, se alude a ellos para justificar lo sujeto al derecho y su contrario, lo justo y lo injusto, lo relativo a intereses sectarios o individuales, o bien, la .razón de Estado. contra los derechos de la ciudadanía.
Hoy se hace necesario y urgente definir el esquema analítico-conceptual que permita un cono­cimiento del objeto de estudio y la producción de una interpretación adecuada para su análisis. Es decir, se hace necesario delimitar conceptos, fundamentar supuestos, proponer categorías de aná­lisis, identificar los alcances, actores y actrices involucrados, la manera cómo estos derechos se relacionan con las tareas, funciones y responsabilidades que competen a los diversos grupos so­ciales y al Estado.
Es decir, hace falta fundamentar los derechos humanos y concebirlos en su integridad y en su indivisibilidad, sin favorecer algún derecho en detrimento de otro. Pensar en éstos desde su com­plejidad, conscientes de que constituyen un saber multidimensional, difícil de aprehender y deli­mitar para su comprensión y análisis.
En este marco, el peor servicio que se puede hacer a la causa de los derechos humanos es ocultar sus contradicciones, encubrir las ambigüedades, silenciar los conflictos; esperar que sólo la práctica legitime nuestro actuar. No se puede reivindicar el respeto a los derechos humanos y reconocer un solo discurso y cerrarse al diálogo o considerar que con buenas intenciones y buenos deseos es suficiente para consolidar una cultura de los derechos humanos.
Ante estas posiciones surge la necesidad de apoyarnos en información, en argumentos sólidos y en el estudio de la fundamentación de los derechos humanos. Es necesario sustentar con argu­mentos sólidos la importancia de los derechos humanos, demostrar el proceso de su construcción histórica y la relevancia de éstos en un Estado de derecho. Esto nos lleva, en consecuencia, a la necesidad de defenderlos, respetarlos y promoverlos. Este conocimiento del saber de los derechos humanos surge desde las diferentes disciplinas: comprende la historia, su fundamento filosófico, político, social, etcétera.
Lo anterior nunca debe ser en detrimento de un conocimiento profundo de la realidad cotidia­na, ni de las vivencias que los diversos actores y actrices han jugado en la conquista de los dere­chos humanos, sin olvidar revisar la historia de los vencidos, de los que no aparecen en los libros de historia; la historia de las luchas perdidas, de las muertes sin sentido; la historia de las exclu­siones y de los excluidos, incluso la historia de los prescindibles de la posmodernidad.
Los derechos humanos, nos menciona Peces Barba, filósofo español, .son un producto históri­co del mundo moderno que surge progresivamente en el tránsito a la modernidad.. Y añade .La persona reclamará su libertad religiosa, intelectual, política y económica en el paso progresivo desde una sociedad teocéntrica y estamental a una sociedad antropocéntrica e individualista. .
A lo largo de la historia han existido y existen diversas corrientes de pensamiento y de posicio­nes teóricas en torno a los derechos humanos. Éstas varían en función del paradigma de la época, corrientes de pensamiento, autores, contextos, cultura, etcétera.
El debate en torno a la fundamentación de los derechos humanos no es nuevo, incluso se renueva constantemente. A las posturas tradicionales entre iusnaturalismo y iuspositivismo se agregan otras corrientes de pensamiento conocidas como fundamentación ética. Desde luego, éstas comprenden a su vez otras concepciones o variedad de posturas que existen en cada una de las corrientes que mencionamos.
Fundamentar es buscar las últimas razones, significa aportar elementos racionales de análi­sis sobre un fenómeno o situación determinada, más allá de la mera justificación o de la explica­ción. El autor E. Garzón Valdés considera que explicar es dar argumentos que den cuenta de la motivación y en general de las circunstancias que rodean una acción, mientras que la explicación se da a un nivel descriptivo por lo que sus enunciados pueden ser empíricamente comprobables y de ellos es posible predicar su verdad y falsedad; justificar, para este autor, es dar buenas razones para fundamentar la bondad de una acción, expresada en un enunciado, apelando en ocasiones a normas sobre las cuales no es posible predicar su verdad o falsedad.
La importancia de fundamentar se articula al problema de la definición clara de nuestro objeto de estudio. Así como fundamentar es importante, hoy conocer el concepto de derechos humanos es un ejercicio indispensable. La aproximación sobre el cómo conceptualizar estos dere­chos ha llevado a confundir, en ocasiones, diversos términos como .derechos naturales., .liberta­des individuales., .garantías individuales., .derechos ciudadanos., .derechos fundamentales., et­cétera.
El debate frente a esta multiplicidad de términos no debe ser un ejercicio meramente concep­tual. Al hablar de una cultura y una educación en derechos humanos es importante conocer el significado de cada concepto, y develar supuestos teóricos, políticos e ideológicos que cada térmi­no conlleva.
Se trata, en definitiva, de .contemplar los derechos humanos desde una perspectiva no dog­mática, no idealista y crítica como señala Manuel Atienza. Este autor sostiene que es necesario reconocer que una primera ambigüedad del término deriva del hecho de que en ocasiones se le utiliza para referirse a facultades derivadas de las normas que forman, parte del derecho positivo (nacional e internacional), mientras que en otros supuestos el universo es moral.2
Para Atienza, la ambigüedad se relaciona con la tendencia a utilizar expresiones distintas en cada caso. Así, en general, .al hablar de derechos fundamentales, derechos públicos, subjetivos o de libertades públicas, parece que se trata de facultades reconocidas por las normas jurídicas, mientras que cuando se habla de derecho humanos o de derechos naturales, parece que se refiere a valores o que se hace abstracción de esta circunstancia...., mientras la ambigüedad es una dificultad que afecta, por así decirlo, a los términos y es relativamente fácil de solucionar, la vaguedad es otro de los defectos congénitos del lenguaje considerablemente más grave en cuanto afecta a los conceptos. .Hoy en día existen tantas interpretaciones de los derechos humanos como ideologías existen, al grado que puede hablarse de una pérdida del concepto..3
Eusebio Fernández nos señala que .la necesidad de contar con un lenguaje preciso, coherente y bien construido es una exigencia de cualquier tipo de conocimiento científico y, como tal, es directa su aplicación al problema de la elaboración de una teoría de los derechos humanos..4
Así, por ejemplo, para Gerhard Oestreich, el concepto de derechos humanos está estrecha­mente ligado al concepto que se tenga sobre el ser humano y, a su vez, el tema del ser humano depende, para este autor, de la filosofía, de la religión y de las transformaciones de la vida en los ámbitos social, político y económico. Para Oestreich, los derechos humanos son innatos, inalienables, imprescriptibles e independientes del Estado. En consecuencia, esta caracteriza­ción los convierte en derechos naturales, lo cual es la fuente, para muchos autores iusnaturalistas, del origen de los derechos humanos. Oestreich afirma que los derechos humanos son diferentes de los derechos fundamentales, los cuales se encuentran inscritos en la Constitución.5
Para los positivistas sólo existe aquel derecho que se encuentra reconocido y protegido por el ordenamiento jurídico. El debate tradicional entre positivistas y iusnaturalistas no se ha termi­nado y tiene diversas modalidades, las cuales en ocasiones se complementan pero en otras se contradicen.
Antonio Pérez Luño nos presenta una de las definiciones más aceptadas por aquellos que desean alejarse de definiciones formalistas, tautológicas o teológicas: .los derechos humanos son un conjunto de facultades e instituciones que en cada momento histórico concretan las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los lineamientos jurídicos nacionales e internacionales. .6 Esta definición delimita los conteni­dos del término, reconoce a los derechos humanos como anteriores al derecho, no es tautológica y es concreta.
Algunos autores nos hablan de los derechos humanos como derechos morales. Carlos Nino es el mejor representante de esta postura; al respecto nos dice que .Los derechos humanos son derechos morales que gozan todas las personas morales por el hecho de ser tales, es decir, todos los seres con capacidad potencial para tener conciencia de su identidad como titular independien­te de intereses y para ajustar su vida a sus propios juicios de valor..7
Javier Muguerza, al analizar el concepto de derechos humanos cuestiona también su funda­mento y sus diversas concepciones. Este autor subraya la necesaria búsqueda de una justificación racional .ni emotiva ni intuitiva. una justificación que en última instancia nos proporcione argumentos para mejor protegerlos y exigir su cumplimiento.
Así, tras estudiar las posturas universalistas, consensualistas y otras en torno a la fundamentación, Muguerza opta por lo que podemos llamar un sentido contrario, propone la fundamentación desde el disenso, a través de lo que él denomina .la alternativa del disenso., donde sostiene que .la fenomenología histórica de la lucha política por la conquista de los dere­chos humanos, bajo cualquiera de sus modalidades conocidas, parece haber tenido algo que ver con el disenso de individuos o de grupos de individuos, respecto a un consenso antecedente .de ordinario, plasmado en la legislación vigente. que les negaba de un modo u otro su pretendida condición de sujetos de tales derechos..8
En este sentido, el autor afirma que, atrás de todos y cada uno de los documentos que prece­dieron a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 se encuentran las luchas reivindicativas que acompañaron, ya sea el ascenso de la burguesía en los siglos XVI, XVII y XVIII, ya sea al movimiento obrero de los siglos XIX y XX. De la misma forma que después de 1948 se encuentran las luchas anticolonialistas, así se encuentran quienes encabezan hoy en día las luchas de los diversos movimientos sociales. Las luchas son, en consecuencia según Muguerza, el resultado más de disensos que de consensos. De tal manera, afirma este autor, que ....la lucha por los derechos humanos no es irónicamente otra cosa que la lucha contra múltiples formas de alienación que el hombre ha conocido y ha padecido..9
Existen, como hemos visto, diferentes enfoques, diferentes conceptos, y es necesario conocer qué postura defiende cada concepto y con éste, su posición ideológica. No hay que confundir la ambigüedad con la simpleza. El estudio de los derechos humanos debe manejar un lenguaje claro, preciso, coherente. Estar a la altura de este conocimiento es un deber de todo universitario. El estudio, como la praxis y la defensa de los derechos humanos nos están exigiendo claridad y rigor en su tratamiento; la lucha, el respeto y la vigencia de los derechos humanos necesita este debate de fondo para avanzar.