RAMÍREZ,
Gloria (Coordinadora)
“Derechos
Humanos”. Lecturas de Tronco Común.
Editorial
UAP, México 1998. pgs 32-41
GLORIA
RAMÍREZ
Como
los derechos humanos y las libertades fundamentales son indivisibles,
la realización de los derechos civiles y políticos, sin el goce de
los derechos económicos, sociales y culturales, resulta imposible.
La consecución de un progreso duradero en la aplicación de los
derechos humanos depende de unas buenas y eficaces políticas
nacionales e internacionales de desarrollo económico y social.
Proclamación
de Teherán, 1968
La
defensa de los derechos humanos, así como su promoción, nunca ha
estado ausente del quehacer de la universidad ni de sus
miembros. Sin embargo, su estudio integral como sujeto de
preocupación académica ha sido parcelario y, en ocasiones,
reducido a ciertas disciplinas.
Actualmente
se puede afirmar que se ha superado la visión tradicional que
considera a los derechos humanos exclusivamente dentro de los ámbitos
o disciplinas jurídicas o teológicas.
En
los cincuenta años transcurridos desde que el 10 de diciembre de
1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó
solemnemente la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se
han producido cambios políticos, sociales, ideológicos y culturales
que han incidido de manera profunda e incuestionable en lo relativo
al concepto de los derechos humanos, en relación con su protección
y garantía por el derecho interno e internacional y, en relación
con la realidad de su vigencia y de su respeto efectivo en el mundo.
Esta
evolución, sin embargo, no ha impedido la creciente violación de
los mismos, en particular de los sectores, grupos y pueblos
excluidos del llamado proyecto de la modernidad.
Uno
de los efectos de esta situación ha sido la expansión de sus
contenidos y la creciente demanda de parte de la sociedad civil
contra la impunidad, por su respeto y vigencia.
La
preocupación académica por considerar a los derechos humanos como
un objeto de estudio, de docencia y de investigación es reciente.
Sin embargo, hoy, éstos se afirman desde un enfoque integral e
interdisciplinario, constituyéndose en un objeto teórico específico
y en un elemento esencial de la ética política de nuestras
sociedades. Objeto que interpela a las instituciones de educación
superior, a los grupos sociales y al Estado, así como a las
relaciones entre ambos.
En
este sentido la universidad ante el saber de los derechos humanos
tiene la responsabilidad y el desafío de ofrecer nuevos enfoques,
discurrir sobre su campo teórico-conceptual, epistemológico,
analizarla manera de integrarlos al currículum y proponer las
modalidades y metodologías de su promoción y de su enseñanza. Este
desafío no se limita a las formas de aproximación de dicho saber,
sino que comprende un análisis de cómo se construye social e
históricamente.
Ante
un proliferado uso y abuso de los derechos humanos es importante
distinguir y comprender la relevancia de conocerlos y ubicarlos
en la historia como un producto de la misma, sujeto del debate y la
disputa entre gobernantes y gobernados.
A
pesar de contar con un supuesto consenso, somos testigos de discursos
y actitudes que pretenden atacar los avances que la sociedad ha
logrado en la promoción y defensa de los derechos humanos. En
ocasiones, se manipula su esencia con fines políticos e ideológicos.
Así, se alude a ellos para justificar lo sujeto al derecho y su
contrario, lo justo y lo injusto, lo relativo a intereses sectarios o
individuales, o bien, la .razón de Estado. contra los derechos de la
ciudadanía.
Hoy
se hace necesario y urgente definir el esquema analítico-conceptual
que permita un conocimiento del objeto de estudio y la
producción de una interpretación adecuada para su análisis. Es
decir, se hace necesario delimitar conceptos, fundamentar supuestos,
proponer categorías de análisis, identificar los alcances,
actores y actrices involucrados, la manera cómo estos derechos se
relacionan con las tareas, funciones y responsabilidades que competen
a los diversos grupos sociales y al Estado.
Es
decir, hace falta fundamentar los derechos humanos y concebirlos en
su integridad y en su indivisibilidad, sin favorecer algún derecho
en detrimento de otro. Pensar en éstos desde su complejidad,
conscientes de que constituyen un saber multidimensional, difícil de
aprehender y delimitar para su comprensión y análisis.
En
este marco, el peor servicio que se puede hacer a la causa de los
derechos humanos es ocultar sus contradicciones, encubrir las
ambigüedades, silenciar los conflictos; esperar que sólo la
práctica legitime nuestro actuar. No se puede reivindicar el respeto
a los derechos humanos y reconocer un solo discurso y cerrarse al
diálogo o considerar que con buenas intenciones y buenos deseos es
suficiente para consolidar una cultura de los derechos humanos.
Ante
estas posiciones surge la necesidad de apoyarnos en información, en
argumentos sólidos y en el estudio de la fundamentación de los
derechos humanos. Es necesario sustentar con argumentos sólidos
la importancia de los derechos humanos, demostrar el proceso de su
construcción histórica y la relevancia de éstos en un Estado de
derecho. Esto nos lleva, en consecuencia, a la necesidad de
defenderlos, respetarlos y promoverlos. Este conocimiento del saber
de los derechos humanos surge desde las diferentes disciplinas:
comprende la historia, su fundamento filosófico, político, social,
etcétera.
Lo
anterior nunca debe ser en detrimento de un conocimiento profundo de
la realidad cotidiana, ni de las vivencias que los diversos
actores y actrices han jugado en la conquista de los derechos
humanos, sin olvidar revisar la historia de los vencidos, de los que
no aparecen en los libros de historia; la historia de las luchas
perdidas, de las muertes sin sentido; la historia de las exclusiones
y de los excluidos, incluso la historia de los prescindibles de la
posmodernidad.
Los
derechos humanos, nos menciona Peces Barba, filósofo español, .son
un producto histórico del mundo moderno que surge
progresivamente en el tránsito a la modernidad.. Y añade .La
persona reclamará su libertad religiosa, intelectual, política y
económica en el paso progresivo desde una sociedad teocéntrica y
estamental a una sociedad antropocéntrica e individualista.
.
A
lo largo de la historia han existido y existen diversas corrientes de
pensamiento y de posiciones teóricas en torno a los derechos
humanos. Éstas varían en función del paradigma de la época,
corrientes de pensamiento, autores, contextos, cultura, etcétera.
El
debate en torno a la fundamentación de los derechos humanos no es
nuevo, incluso se renueva constantemente. A las posturas
tradicionales entre iusnaturalismo y iuspositivismo se agregan otras
corrientes de pensamiento conocidas como fundamentación ética.
Desde luego, éstas comprenden a su vez otras concepciones o variedad
de posturas que existen en cada una de las corrientes que
mencionamos.
Fundamentar
es buscar las últimas razones, significa aportar elementos
racionales de análisis sobre un fenómeno o situación
determinada, más allá de la mera justificación o de la
explicación. El autor E. Garzón Valdés considera que explicar
es dar argumentos que den cuenta de la motivación y en general de
las circunstancias que rodean una acción, mientras que la
explicación se da a un nivel descriptivo por lo que sus enunciados
pueden ser empíricamente comprobables y de ellos es posible predicar
su verdad y falsedad; justificar, para este autor, es dar buenas
razones para fundamentar la bondad de una acción, expresada en un
enunciado, apelando en ocasiones a normas sobre las cuales no es
posible predicar su verdad o falsedad.
La
importancia de fundamentar se articula al problema de la definición
clara de nuestro objeto de estudio. Así como fundamentar es
importante, hoy conocer el concepto de derechos humanos es un
ejercicio indispensable. La aproximación sobre el cómo
conceptualizar estos derechos ha llevado a confundir, en
ocasiones, diversos términos como .derechos
naturales.,
.libertades individuales.,
.garantías individuales., .derechos ciudadanos., .derechos
fundamentales.,
etcétera.
El
debate frente a esta multiplicidad de términos no debe ser un
ejercicio meramente conceptual. Al hablar de una cultura y una
educación en derechos humanos es importante conocer el significado
de cada concepto, y develar supuestos teóricos, políticos e
ideológicos que cada término conlleva.
Se
trata, en definitiva, de .contemplar los derechos humanos desde una
perspectiva no dogmática, no idealista y crítica como señala
Manuel Atienza. Este autor sostiene que es necesario reconocer que
una primera ambigüedad del término deriva del hecho de que en
ocasiones se le utiliza para referirse a facultades derivadas de las
normas que forman, parte del derecho positivo (nacional e
internacional), mientras que en otros supuestos el universo es
moral.2
Para
Atienza, la ambigüedad se relaciona con la tendencia a utilizar
expresiones distintas en cada caso. Así, en general, .al hablar de
derechos fundamentales, derechos públicos, subjetivos o de
libertades públicas, parece que se trata de facultades reconocidas
por las normas jurídicas, mientras que cuando se habla de derecho
humanos o de derechos naturales, parece que se refiere a valores o
que se hace abstracción de esta circunstancia...., mientras la
ambigüedad es una dificultad que afecta, por así decirlo, a los
términos y es relativamente fácil de solucionar, la vaguedad es
otro de los defectos congénitos del lenguaje considerablemente más
grave en cuanto afecta a los conceptos. .Hoy en día existen tantas
interpretaciones de los derechos humanos como ideologías existen, al
grado que puede hablarse de una pérdida del concepto..3
Eusebio
Fernández nos señala que .la necesidad de contar con un lenguaje
preciso, coherente y bien construido es una exigencia de cualquier
tipo de conocimiento científico y, como tal, es directa su
aplicación al problema de la elaboración de una teoría de los
derechos humanos..4
Así,
por ejemplo, para Gerhard Oestreich, el concepto de derechos humanos
está estrechamente ligado al concepto que se tenga sobre el ser
humano y, a su vez, el tema del ser humano depende, para este autor,
de la filosofía, de la religión y de las transformaciones de la
vida en los ámbitos social, político y económico. Para Oestreich,
los derechos humanos son innatos, inalienables, imprescriptibles e
independientes del Estado. En consecuencia, esta caracterización
los convierte en derechos naturales, lo cual es la fuente, para
muchos autores iusnaturalistas, del origen de los derechos humanos.
Oestreich afirma que los derechos humanos son diferentes de los
derechos fundamentales, los cuales se encuentran inscritos en la
Constitución.5
Para
los positivistas sólo existe aquel derecho que se encuentra
reconocido y protegido por el ordenamiento jurídico. El debate
tradicional entre positivistas y iusnaturalistas no se ha terminado
y tiene diversas modalidades, las cuales en ocasiones se complementan
pero en otras se contradicen.
Antonio
Pérez Luño nos presenta una de las definiciones más aceptadas por
aquellos que desean alejarse de definiciones formalistas,
tautológicas o teológicas: .los derechos humanos son un conjunto de
facultades e instituciones que en cada momento histórico concretan
las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las
cuales deben ser reconocidas positivamente por los lineamientos
jurídicos nacionales e internacionales.
.6
Esta
definición delimita los contenidos del término, reconoce a los
derechos humanos como anteriores al derecho, no es tautológica y es
concreta.
Algunos
autores nos hablan de los derechos humanos como derechos morales.
Carlos Nino es el mejor representante de esta postura; al respecto
nos dice que .Los derechos humanos son derechos morales que gozan
todas las personas morales por el hecho de ser tales, es decir, todos
los seres con capacidad potencial para tener conciencia de su
identidad como titular independiente de intereses y para ajustar
su vida a sus propios juicios de valor..7
Javier
Muguerza, al analizar el concepto de derechos humanos cuestiona
también su fundamento y sus diversas concepciones. Este autor
subraya la necesaria búsqueda de una justificación racional .ni
emotiva ni intuitiva. una justificación que en última instancia nos
proporcione argumentos para mejor protegerlos y exigir su
cumplimiento.
Así,
tras estudiar las posturas universalistas, consensualistas y otras en
torno a la fundamentación, Muguerza opta por lo que podemos llamar
un sentido contrario, propone la fundamentación desde el disenso, a
través de lo que él denomina .la alternativa del disenso., donde
sostiene que .la fenomenología histórica de la lucha política por
la conquista de los derechos humanos, bajo cualquiera de sus
modalidades conocidas, parece haber tenido algo que ver con el
disenso de individuos o de grupos de individuos, respecto a un
consenso antecedente .de ordinario, plasmado en la legislación
vigente. que les negaba de un modo u otro su pretendida condición de
sujetos de tales derechos..8
En
este sentido, el autor afirma que, atrás de todos y cada uno de los
documentos que precedieron a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948 se encuentran las luchas reivindicativas que
acompañaron, ya sea el ascenso de la burguesía en los siglos XVI,
XVII y XVIII, ya sea al movimiento obrero de los siglos XIX y XX. De
la misma forma que después de 1948 se encuentran las luchas
anticolonialistas, así se encuentran quienes encabezan hoy en día
las luchas de los diversos movimientos sociales. Las luchas son, en
consecuencia según Muguerza, el resultado más de disensos que de
consensos. De tal manera, afirma este autor, que ....la lucha por los
derechos humanos no es irónicamente otra cosa que la lucha contra
múltiples formas de alienación que el hombre ha conocido y ha
padecido..9
Existen,
como hemos visto, diferentes enfoques, diferentes conceptos, y es
necesario conocer qué postura defiende cada concepto y con éste, su
posición ideológica. No hay que confundir la ambigüedad con la
simpleza. El estudio de los derechos humanos debe manejar un lenguaje
claro, preciso, coherente. Estar a la altura de este conocimiento es
un deber de todo universitario. El estudio, como la praxis y la
defensa de los derechos humanos nos están exigiendo claridad y rigor
en su tratamiento; la lucha, el respeto y la vigencia de los derechos
humanos necesita este debate de fondo para avanzar.